Moore devela las deficiencias del sistema de salud de Estados Unidos
“Espero que mi nueva cinta dé algunos golpecitos a los candidatos, para que tomen medidas
El estadunidense resalta los beneficios de los servicios en algunos países europeos y de Cuba
Juan José Olivares
“Esta será una lucha más grande; más duro que parar la guerra en Irak, porque las garras financieras de las compañías aseguradoras médicas son muy profundas e influyen demasiado en nuestros políticos.” Es Michael Moore, ganador de un premio Óscar (por Masacre en Columbine) y la Palma de Oro de Cannes (por Fahrenheit 9-11), quien asegura esto en una entrevista que él mismo se hace con motivo del estreno, el próximo viernes, de su reciente documental Sicko (también seleccionada para Cannes), que muestra “las tremendas injusticias e incongruencias en el sistema de salud de Estados Unidos”. Resalta los beneficios en los sistemas estatales de algunos países europeos y uno latinoamericano: Cuba.
Luego de atacar la industria del automóvil en Roger and Me (1989), las leyes de posesión de armas y la matanza en una escuela en Masacre Columbine (2002) y la administración de Bush en la guerra de Irak en Fahrenheit 9/11 (2004), Moore, con su característico tono de reportaje humorístico, sarcástico y aceitoso, exhibe al mundo cómo ese deficiente sistema médico opera en su país. Desenmascara a las compañías de seguros de gastos médicos (como Atenía, Horizon, Cigna, Humana, Kaiser Permamente…), por medio de testimonios de personas maltratadas por ese sistema, la cual lo ha perdido todo (hasta a familiares). Retrata lo miserable del gobierno de Bush y la desdicha de millones de personas sin asistencia sanitaria en el país más rico del mundo.
Sorprende atención gratuita
El clímax de la cinta es la comparación que hace con el sistema de salud de Cuba: Moore se enfila por Miami, haciendo parada en Guantánamo, hasta llegar a La Habana, con un grupo de ex rescatistas del 9-11, para que sean asistidos médicamente en un hospital cubano. El grupo se sorprende, porque las curaciones y tratamiento les salen gratis. Previamente aborda los sistemas nacionales de salud de Canadá, Inglaterra y Francia. En todos ellos es gratuita y con altos beneficios.
En la entrevista, entregada por Zima, distribuidora del filme, Moore a Moore dice: “Noruega es el caso más loco. Pensé: ‘si lo ponemos, nadie lo creería. Si usted tiene ciertas enfermedades en ese país, consigue una semana al año en un spa en las Canarias, pagadas por su seguro médico. No puedo decir que a los estadunidenses le vaya igual. Pensarían que es algo de ciencia ficción. En el hospital británico que visitamos (del Servicio Nacional de Salud), me sorprendí, aunque ya tenía antecedente: mi sobrina iba a la escuela allí, y el año pasado tuvo un problema de apéndice. Fue al hospital y tomaron inmediatamente el cuidado de ella. No le costó nada”. De hecho, el cineasta hace referencia a la caja del hospital, las cuales en vez de cobrar, reparten dinero para los derechohabientes que gastaron en su pasaje.
Moore además pone énfasis en la corrupción de algunos senadores y diputados que han intervenido legislativamente para otorgar canonjías a las empresas médicas. No deja afuera al mayor beneficiado con esta estela de corrupción: George W. Bush. Menciona a un diputado que ahora es directivo de la empresa Pharma, una de las que mayores ganancias ha obtenido de ese sistema.
En la autocharla, asegura que el problema del sistema de salud, “como todas las encuestas lo dicen, es casi siempre el tema número uno previo a las elecciones –con Irak en la misma posición en cuanto a política internacional. Será un tópico importante en esta elección, y me propongo ser parte de esa discusión, y espero que la película dé algunos golpecitos a esos candidatos para que tomen decisiones al respecto. La salud social es un derecho humano. Y así es como tenemos que verlo en nuestro país. No es posible que el gobierno provea de mejores servicios de salud a los detenidos de Al-Qaeda en Guantánamo. Es como una ironía. No podríamos hacer eso por nuestra propia gente”.
Y sobre Cuba, donde remata su trabajo (viaje por el cual lo investigaba el gobierno, bueno, abiertamente, por no solicitar permiso), dice: “La ley afirma que los periodistas pueden ir allí y, este documental, es una forma de hacer periodismo. Es una película de no-ficción. Fuimos 15 y sólo una persona consiguió una carta de permiso; los demás sólo tuvimos en nuestros pasaportes una estampilla cubana”.
Para Moore, las escenas finales, las de Cuba, son conmovedoras. “Las personas que llevé terminaron llorando por haber conseguido este tipo de ayuda médica”. Y claro que probó que el trato fuese igual sin las cámaras de filmación: “Reggie (quien habla español) regresó al mismo hospital después de que nos fuimos con equipo de filmación. Hizo como si fuera una turista de Puerto Rico, y me comentó que el trato fue exactamente igual. Le preguntaron su nombre, fecha de cumpleaños y todo el protocolo para su atención”.
“No soy un cínico. Creo que la gente puede cambiar”
Por eso sigue siendo optimista (inclusive, en el largometraje menciona al creador de un sitio web número uno contra él. Se enteró que la esposa de este individuo padeció de los deficientes servicios médicos y la ofreció ayuda monetaria. “No soy un cínico. Creo que la gente puede cambiar. Los estadunidenses tenemos un buen corazón y conciencia. Cuando hice mi discurso en el Óscar sobre que íbamos a la guerra por razones ficticias, 80 por ciento de los estadunidenses apoyaban esta incursión militar. Ahora, 72 por ciento se opone al Sr. Bush. Po ese motivo estoy esperanzado en mis compatriotas.”
El realizador expresa la diferencia de propaganda y documental: “La propaganda es lo que usan los que están en el poder para intentar y llevar a la gente hacia su punto de vista, a menudo sombreando la verdad para conseguir el resultado deseado. Pero si no tienes poder, tienes que utilizar cualquier medio para intentar decir y luchar por la verdad. Lo que intento es mostrar a los estadunidenses y al mundo lo que no verán en las noticias de la tarde”.
Y recuerda lo que le dijo Bush luego de exhibir Farenheit 9-11 de que se “fuera a conseguir un trabajo de verdad”, Moore remata: “No tomé mucho en cuenta eso, pero rodaría una escena en la que llame a mi papá y le diga: ¿tienes una compañía petrolera o un equipo de béisbol que pueda manejar?”
No ha ocurrido más desde esas declaraciones y Bush tampoco “me ha invitado a cenar”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario