Iván Restrepo
A buena hora se le ocurrió al presidente de Estados Unidos promover un acuerdo muy personal contra el cambio climático: cuando goza del menor apoyo en su país, que es criticado en todo el mundo por su política belicista y su protección a quienes, como las trasnacionales petroleras, atentan contra el medio ambiente. Aprovechando hace dos semanas la presencia en Washington de personajes oficiales de los 16 países más contaminantes del planeta, George W. Bush anunció su cumbre de jefes de Estado, de la cual espera que salgan lineamientos para fijar límites a las emisiones de gases de efecto invernadero. El mandatario dijo tomar el “desafío del medio ambiente” muy en serio y que no era imposible resolver el problema del calentamiento global, pues existen los conocimientos y los recursos para lograr energías “limpias”. Y para que se sepa quién es el que manda en la agenda internacional, pidió a los representantes de esos 16 países que antes de junio próximo le presenten una propuesta conjunta para lograr los objetivos que hasta hoy no alcanza la comunidad internacional a través de Naciones Unidas.
Bush mostró así otra vez su negativa a aceptar los lineamientos establecidos en el Protocolo de Kyoto y dejó claro que mientras resida en la Casa Blanca su país no ratificará el Protocolo, ya aceptado, aunque no cumplido, por la inmensa mayoría de las naciones. El camino que traza Bush se finca en que cada Estado debe fijar voluntariamente los límites a la contaminación que produce de acuerdo con su economía y la energía que posea. En este último aspecto, encargó a su secretario del Tesoro impulsar la formación de un fondo internacional para financiar la investigación y el desarrollo de las energías “limpias”. Estados Unidos vende ahora la idea de impulsar los biocombustibles, en especial el etanol, y los coches híbridos, porque consumen menos gasolina.
El reconocimiento de Bush de que la contaminación debe verse como eje del calentamiento global, que es un grave problema, parece más bien dirigido a levantar su popularidad, aprovechando la reunión de personajes en Washington. De otra manera no se explica que sorpresivamente modificara su idea en torno al cambio climático, y que ahora se divulgue una especie de semblanza ambiental del presidente, elaborada con el fin de desmentir la fama que se forjó como personaje poco amigable con la naturaleza y la ecología.
Aquí comentamos oportunamente cómo ha defendido la posibilidad de que el cambio climático se deba a la naturaleza y no a la acción del hombre. Esto, pese a las denuncias de que el respaldo teórico a la primera hipótesis, la de que es algo natural, era una campaña alentada por ciertas trasnacionales por conducto de instituciones de investigación y algunos científicos necesitados de dinero para sus proyectos, o de sus cinco minutos de mención en los medios.
Habrá que ver el éxito de Bush en su nueva cruzada, teniendo en cuenta que su país es responsable de 27 por ciento de la generación de CO2, seguido por 24 por ciento que genera Europa y 21 por ciento de Japón y Asia. Pronto se sabrá si India y China aceptan bajarle a su gasto energético y a su contaminación, metidas como están en un proceso de crecimiento acelerado, en muy buena parte fruto de la demanda que por mercancías elaboradas con mano de obra barata y sin cuidar el ambiente le hacen precisamente Estados Unidos, la Unión Europea, Japón y Australia, por ejemplo. No se necesita ser muy conocedor para adivinar que ninguna de las dos nuevas potencias asiáticas reducirá sus niveles actuales de producción de mercancías y consumo energético por complacer a Bush. Como tampoco lo harán países como Francia y España, y hasta su aliada incondicional en las aventuras internacionales, Inglaterra, que cuentan ya con sus propias agendas ambientales y elaboran estrategias urgentes para enfrentar los efectos del cambio climático que ya los impacta con lluvias torrenciales seguidas de sequía prolongada. Sus programas para enfrentar dicho cambio van más acordes con la realidad que están viviendo que con la agenda política del señor Bush.
Hay quienes aseguran que el licenciado Calderón apoyará esta nueva ocurrencia de Bush. No lo creemos, pero todo es posible.
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