Pedro Salmerón Sanginés
Toda buena biografía política inicia con los orígenes familiares y sociales del biografiado (pensemos en el Stalin de Deutscher, el Hidalgo de Herrejón, el Cárdenas de Pérez Montfort y mil más). No haré teoría de la investigación biográfica para recordar por qué es importante hacerlo… dejémoslo diciendo que es de obvia resolución. Esto viene a cuento por el inesperado escándalo (muy inesperado para mí, por su virulencia) que causé en las redes sociales al mostrar quién era el padre de Gibrán Ramírez Reyes, el #telecandidato a la presidencia de Morena.
Una de las modalidades de las respuestas, muy repetida, consistía en asegurar que era una bajeza achacar al hijo las “culpas” del padre o, incluso, que era inaceptable mencionar a su familia. Reitero: no haré aquí teoría de la biografía, pero estoy convencido de que justamente, por el contrario, resulta imprescindible estudiar orígenes y relaciones familiares cuando hablamos de lo político y lo público. Sobre todo cuando parece que se quieren esconder o camuflar, como en el presente caso.
Efectivamente, Ramírez Reyes quería camuflar su pasado, o maquillarlo. En varios textos sobre su persona lo hace o permite que lo hagan. Veamos, por ejemplo, el de María Scherer (¿tengo que decir qué posición tiene Scherer, con quién está casada?), que empieza así:
El 30 de noviembre de 1989, en el Hospital Zaragoza de Iztapalapa, nació Gibrán Ramírez Reyes, el segundo hijo del matrimonio de dos maestros.
La abuela materna cuidaba a sus nietos mientras los padres trabajaran doble turno. Los abuelos paternos, chontales, no han salido nunca de San Pedro Huamelula. Pero algo hizo muy bien esa familia: Gibrán está por terminar el doctorado en el Colmex; su hermano menor estudia el suyo, en Ciencias Atmosféricas, en Estados Unidos.
El discurso del joven que surge desde abajo y por su cuenta, de origen sencillo, marginado o discriminado por su origen y aspecto, fue una de sus armas en el inicio de su posicionamiento político que hoy quiere que lo conduzca a la presidencia de Morena. Sólo que es falso.
En la primera infancia de Ramírez Reyes, su padre no era un profesor de primaria con doble turno, sino uno de los principales asesores de Olac Fuentes Molinar, subsecretario de Educación Pública con Carlos Salinas de Gortari y uno de los principales responsables de diseñar la descentralización educativa de 1992. Con esa reforma inició el desastre educativo del neoliberalismo; pero ésa es otra historia.
Fuentes Molinar y su asesor, Rodolfo Ramírez Raymundo, padre de Ramírez Reyes, tenían un discurso de izquierda y una práctica neoliberal monda y lironda. Ambos pertenecían a eso que se llamó la “izquierda salinista”, junto con personajes como Adolfo Orive, Arturo Warman y otros, que “sedujo” (la palabra es de mi maestro Arnaldo Córdova) al grupo de la revista Nexos, encabezado por Héctor Aguilar Camín, para sumarse al proyecto salinista.
Con ese discurso, siempre pintado de izquierda, pero siempre al lado del salinismo, Ramírez Raymundo siguió al lado de Fuentes Molinar. Saltemos 20 años para encontrarlos a ambos, con Ciro Murayama Rendón, en el Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República. Ejemplo de ello es este libro de 2013, aparentemente crítico de la “reforma educativa” de Peña Nieto (si bien algunos de los textos son muy serios), en el que siguen jugando Fuentes Molinar, Ramírez Raymundo y su entonces jefe (en tanto “coordinador ejecutivo de investigación” del Belisario Domínguez), Murayama Rendón. Se que todos saben quién es este último personaje; lo que quizá no todos tenemos presente, es su origen político-ideológico: Nexos.
Por entonces, Morena, que nacía, se oponía en la calle a la reforma energética y respaldaba (quizá tibiamente), a los profes democráticos de la CNTE opuestos a la reforma educativa. Y Morena, que nacía, vivía bajo cerco informativo. No se escuchaban las voces de Morena en los medios masivos oligárquicos. Y justo por entonces empezó a aparecer como “vocero” de Morena (¿quién lo nombró?, nadie) el joven “analista e intelectual” (sin méritos previos para presentarlo como tal) Gibrán Ramírez Reyes. Esos medios estaban vinculados, todos y cada uno de ellos, a los espacios del salinismo intelectual promovidos por Nexos y Milenio. Lo demás fue solamente inflarlo…
Por eso toda buena biografía política empieza con los antecedentes y orígenes del biografiado. Por eso están tan molestos los amigos de Ramírez Reyes. Por eso Ramírez Reyes está construyendo aceleradamente un nueva e inopinada narración sobre sus orígenes.
Hoy tengo más enemigos que hace una semana, pero ciertamente no me gustaría que alguien inflado por esos medios, que pretendió maquillar sus orígenes y que responde con tanta violencia, presida el partido político que debe refundarse para ser capaz de respaldar al gobierno, formar cuadros, construir la cultura política, ser correa de transmisión entre el pueblo y el gobierno y garantizar que se produzca la cuarta transformación; para que ésta no sea sólo un sexenio de respiro neoliberal se requiere trayectoria, coherencia, capacidad política y lealtad a los principios.
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