RAÚL A. RUBIO CANO
Junio 9 de 2021
Ha llegado el momento de que la memoria sobre los sucesos del 10 de junio de 1971, sean recuperados de múltiples maneras en la Universidad Autónoma de Nuevo León. El país vive una Cuarta Transformación y ha sido gracias a esas luchas contra el mal gobierno por el sector estudiantil de los mexicanos, así como de otros sectores de nuestro pueblo, los que fueron sembraron con sus vidas y sacrificios muy diversos, el advenimiento de una Revolución pacífica, que va permitiendo un cambio de régimen que conlleve a enterrar para siempre, a 36 años de corrupción, impunidad, de saqueo de los gobiernos Neoliberales, ello sólo será posible con un gobierno del Pueblo, para el Pueblo y con el Pueblo. Recordemos que esa manifestación (la primera que se desarrollaba desde la matanza del 2 de octubre de 1968), se había organizado para brindar apoyo a nuestra Universidad porque el gobierno de Eduardo Elizondo (padre de Fernando Elizondo, el “Geppetto” del nuevo “Brincolín” de Samuel García, toda una faramalla de continuidad política del Grupo empresarial de los 10, para seguir su dominio y saqueo de estas tierras e impedir la llegada de la 4T). Elizondo, padre, quien había lanzado una lucha contra la Autonomía, fue porque buscaba la privatización de la educación universitaria. Este proyecto de privatización fue un paso inicial, que se quiso dar, para arrancar las políticas Neoliberales desde el gobierno de Richard Nixon y su secretario, Henry Kissinger. El laboratorio era Monterrey para tal privatización y, el estudiantado local y nacional, dieron la batalla para impedir tal atrocidad. El mismo Elizondo había otorgado la Autonomía a la Universidad de Nuevo León, pero la finalidad era otra, convertir el derecho a la educación pública en una mercancía y por eso, los estudiantes luchaban por una Ley Orgánica que impidiera tal privatización y se desarrollara una actividad de democratización en el funcionamiento de la vida universitaria, sin comparación alguna en la historia de la UANL. A Elizondo se le volteó el “chirrión por el palito” porque eso devino en un movimiento social que abarcó prácticamente toda la población estudiantil, magisterial y de trabajadores con su sindicato de la Uni, obligando a la huelga y grandes movilizaciones y por parte del Estado, a la represión; pero también, a la solidaridad estudiantil local y de todo el país y, hasta del extranjero como fueron los estudiantes alemanes, estadounidenses y suramericanos. En ese tenor, es que los estudiantes de la UNAM, Poli y Normal, plantean su solidaridad con la UANL y salen a la calle encabezando la manifestación una grupo de estudiantes de Monterrey (Luis Ángel Garza, Mario, “Tolito” Rivera y se integraría a la marcha Chón Prieto y Rogelio), los tres primeros, fueron asignados para ello, por reunión en los conta-cursos que se desarrollaban en la Facultad de Economía de la UANL, ya que se estaba en “huelga”, pero había que aprovechar el tiempo para preparase teóricamente y contrarrestar la orientación Neoclásica de la Economía, había que estudiar material crítico y entre ello, a los textos Marxistas, para romper el dominio ideológico de la burguesía y sus “teorías” para la explotación de hombres y Naturaleza. Esa Marcha del 10 de Junio de 1971, fue reprimida brutalmente; aún sigue siendo un misterio el número de muertos, desaparecidos y heridos, pero fue un inmolación de estudiantes y pueblo en la ciudad de México y a lo cual la UANL no ha rendido hasta la fecha el correspondiente tributo a esa sangre derramada, porque lo que siguió después de ese movimiento estudiantil en defensa de la Autonomía, fue el estar imponiendo a la UANL los influjos del poder político imperante de esos años y, de la llegada de las políticas económicas Neoliberales, sus presidentes de la República y sus gobernadores del estado y, aunque se siguió luchando por la autonomía de la UANL, la vida de nuestra institución no deja de sufrir influjos del exterior; sin embargo, hoy, de frente a una gran transformación que vive el país, es obvio que tenemos mejores condiciones para no sólo recordar ese sacrificio estudiantil y popular del 10 de Junio de 1971, sino el de establecer una serie de condiciones materiales y espirituales, para recuperar la Memoria de esos hechos. Hoy, el país cuenta con la Coordinación Nacional de la Memoria Histórica y Cultural de México, la cual posee un consejo de prestigiados intelectuales y defensores de nuestra identidad, presididos por la doctora Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del presidente AMLO y quien en noviembre de 2018 señalaría: “Un país amnésico está enfermo, por el contrario, un país que recuerda de dónde viene goza de cabal salud porque tiene presente su pasado, reflexiona y medita y decide su curso”. Agregando, que la historia no se trata solo de contar las gestas de las glorias pasadas, sino también de conocer los errores del pasado. La UANL debe de tomar la estafeta de tales eventos, obras y hasta movilizaciones por esa inmolación de mexicanos en el 10 de junio. Hasta la fecha, estudiantes, maestros y colonos, del Movimiento Popular Tierra y Libertad habían conmemorado el 10 de junio, con eventos y marchas dentro de sus colonias hasta 1976, de tal efeméride del Calendario Popular y, después de la matanza de colonos de Granja Sanitaria, con la Marcha del 18 de febrero de 1976, se arrancarían un conjunto de marchas (1 de mayo, 2 de octubre) donde la alusiva al 10 de junio de 1971, sería una de ellas, las cuales hasta el año pasado fueron suspendidas por la Pandemia del Covid-19. Por lo tanto, ha llegado la hora de que la UANL, rinda merecido tributo a quienes entregaron su vida para defender la Autonomía con la que hoy cuenta nuestra Máxima Casa de Estudios. A 50 años: ¡10 de junio! ¡No se Olvida! ¡Órale! raurubio@gmail.com
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