Horizonte ciudadano
Rosa Esther Beltrán Enríquez
Junio 27 de 2019
Lo que antes fue el Premio Príncipe de Asturias y que en honor a la princesa Leonor de Borbón el patronato de la Fundación Príncipe de Asturias (2014) decidió que tanto la institución como los premios transformarán su denominación a “Princesa de Asturias” en alusión a la heredera de la Corona. Los premios son precedidos por los reyes de España Felipe de Borbón y su esposa la reina Letizia.
La condecoración posee un importante prestigio internacional y consta de un diploma, una escultura de Joan Miró representativa del galardón, una insignia con el escudo de la Fundación Princesa de Asturias y una dotación económica de 50 mil euros.
En realidad, aunque la costumbre menciona el galardón en singular, son ocho los premios Princesa de Asturias y ellos están destinados, según señala su Reglamento, a distinguir y honrar la labor científica, técnica, cultural, social y humanitaria realizada por personas, instituciones, grupos de personas o de instituciones en el ámbito internacional.
Este año el premio llega a su treintainueveava edición y el reconocimiento de Investigación Científica y Técnica se otorgó a dos destacadas biólogas por haber desarrollado nuevas líneas de investigación en biodiversidad funcional en distintos ecosistemas, por separado estudiaron cómo pueden ayudar las plantas a combatir el cambio climático, por una parte fue la estadounidense Joanne Chory, investigadora del Instituto Médico Howard Hughes en Maryland cuyo trabajo ha consistido en investigar sobre las respuestas moleculares y genéticas de las plantas a las variaciones ambientales, lo que ha permitido conocer más sobre cómo absorben dióxido de carbono, un proceso relacionado con el calentamiento global.
Por su parte la argentina Sandra Myrna Díaz, bióloga, oriunda de la localidad cordobesa de Bell Ville y egresada de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), fue premiada por sus estudios en biología vegetal y el impacto de la crisis climática en éstos. Díaz es miembro fundadora y coordinadora Científica General de DiverSus, una red internacional de investigación en biodiversidad, ecosistemas y sustentabilidad, donde convergen científicos de Argentina, Estados Unidos, Bolivia, Costa Rica y Brasil.
Las 2 científicas ya habían ganado numerosos premios de gran prestigio: Joanne Chory recibió entre otros el Premio L’Oreal-Unesco para Mujeres en Ciencia, y Sandra Myrna Díaz ganó el Konex de Platino en Biología y Ecología, entregado por la fundación homónima argentina, y el Bernardo Houssay, otorgado por el gobierno argentino.
Las contribuciones de estas investigadoras son de singular trascendencia porque el cambio climático ya está aquí, no es una amenaza futura la cual haya de prevenirse, sus efectos se perciben, se ven, se sienten alrededor del mundo en forma de calentamiento atmosférico y oceánico, el aumento en el nivel del mar, los daños a especies o pérdida de la biodiversidad, el incremento, en los últimos 50 años de 0.85 grados centígrados en las temperaturas promedio en todo el territorio nacional, el aumento de la cifra de noches cálidas contra una disminución de los días más fríos, así como de las lluvias en el Sureste, lo cual impacta en la biodiversidad, el agua, los bosques y la agricultura que es altamente dependiente de un patrón de lluvias regular, hechos sobre los cuales hemos insistido persistentemente en este espacio como fenómenos ante los cuales el país está sobreexpuesto.
Los indicadores del cambio climático no son inventos que no llegarán como lo afirma Trump, es algo que ya llegó, insisten los científicos, de manera que las investigaciones de Joanne Chory y de Sandra Myrna Díaz, son un gran estímulo al conocimiento de este amenazante cambio y el premio Princesa de Asturias es muy merecido.
Posdata
Ayer se registró un incendio en el basurero tóxico del ejido La Noria de la Sabina, aún se desconocen las causas y sus consecuencias, pero no pasa nada, ¡es tan benéfico e inofensivo para el medio ambiente y los ejidatarios!
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