Juan Monrreal López
Septiembre 7 de 2007
Septiembre 7 de 2007
Gómez Palacio, Durango.- Maniatado por la cadena de favores evidentes que tiene con el alcalde saliente Octaviano Rendón Arce; Ricardo Rebollo Mendoza, afirmó en rueda de prensa banquetera, que las finanzas municipales se encuentran sanas, que “se dejó el suficiente dinero para enfrentar a los proveedores”, uno de ellos, el propio Rebollo Mendoza.
Sin ánimos de profundizar en una cuenta pública municipal llena de irregularidades, el bisoño alcalde no entiende que el dinero público no se reduce a que existan fondos o no; sino que los recursos en especie o monetarios, se apliquen tal como llegan etiquetados; es decir, las cuentas públicas no sólo se trata de que “cuadren” los números, ni se deje para “los proveedores”; esencialmente se relacionan con su aplicación de acuerdo a las normatividades de la administración pública.
Pero Rebollo, se encuentra apurado por enterrar los tres años de gestión de Octaviano Rendón, pues él mismo, junto con su familia, participó en la violación de varias leyes de la administración pública, beneficiándose en dinero, más apoyos con obras de infraestructura. Por eso lógico que declare cero irregularidades y perdones a ultranza, en agradecimiento para quien le dio a ganar millones de pesos a través de quebrantamientos a la Ley.
Rebollo Mendoza y su familia, incluyendo a la subsecretaria de gobierno Rocío Rebollo Mendoza, son proveedores municipales. También del gobierno del estado. Esto se encuentra prohibido.
Con todo y que Ricardo ahora ocupa la alcaldía de una ciudad que no lo quiere, los Rebollo siguen siendo proveedores municipales. Lo peor; no se les ven intenciones de renunciar a las ventas de materiales de construcción, que según dicen sus allegados, “trabajaron mucho, para conseguir esta proveeduría”.
Con irregularidades a pleno sol, incluso con la aprobación de Ismael Hernández Deras, el dócil Congreso duranguense pocas intenciones tiene de auscultar las cuentas públicas municipales de las recién concluidas administraciones priístas; así que la transparencia será por enésima vez arrinconada en el estado.
Será difícil notificar puntualmente a los ciudadanos de las anomalías innegables en la ejecución de los alrededor de mil 500 millones de pesos operados en el trienio rendonista.
Sin duda, la limpidez seguirá en la oscuridad que dan los archivos municipales escondidos. Lo infame es que el llamado Consejo de transparencia municipal trabaja para lanzar velos de tinieblas y sospecha, acerca de la información pública propiedad de la sociedad.
El contador Rebollo, cree que la cuenta pública sólo se trata de "cuadrar" los números, como si el Ayuntamiento fuese empresa privada; sin embargo, los ciudadanos tienen todo el derecho de pedir que se revise a fondo el ejercicio rendonista, pero además, que de inmediato la parentela Rebollo Mendoza, renuncien a la proveeduría municipal.
De lo contrario, que el pueblo se los demande.
Sin ánimos de profundizar en una cuenta pública municipal llena de irregularidades, el bisoño alcalde no entiende que el dinero público no se reduce a que existan fondos o no; sino que los recursos en especie o monetarios, se apliquen tal como llegan etiquetados; es decir, las cuentas públicas no sólo se trata de que “cuadren” los números, ni se deje para “los proveedores”; esencialmente se relacionan con su aplicación de acuerdo a las normatividades de la administración pública.
Pero Rebollo, se encuentra apurado por enterrar los tres años de gestión de Octaviano Rendón, pues él mismo, junto con su familia, participó en la violación de varias leyes de la administración pública, beneficiándose en dinero, más apoyos con obras de infraestructura. Por eso lógico que declare cero irregularidades y perdones a ultranza, en agradecimiento para quien le dio a ganar millones de pesos a través de quebrantamientos a la Ley.
Rebollo Mendoza y su familia, incluyendo a la subsecretaria de gobierno Rocío Rebollo Mendoza, son proveedores municipales. También del gobierno del estado. Esto se encuentra prohibido.
Con todo y que Ricardo ahora ocupa la alcaldía de una ciudad que no lo quiere, los Rebollo siguen siendo proveedores municipales. Lo peor; no se les ven intenciones de renunciar a las ventas de materiales de construcción, que según dicen sus allegados, “trabajaron mucho, para conseguir esta proveeduría”.
Con irregularidades a pleno sol, incluso con la aprobación de Ismael Hernández Deras, el dócil Congreso duranguense pocas intenciones tiene de auscultar las cuentas públicas municipales de las recién concluidas administraciones priístas; así que la transparencia será por enésima vez arrinconada en el estado.
Será difícil notificar puntualmente a los ciudadanos de las anomalías innegables en la ejecución de los alrededor de mil 500 millones de pesos operados en el trienio rendonista.
Sin duda, la limpidez seguirá en la oscuridad que dan los archivos municipales escondidos. Lo infame es que el llamado Consejo de transparencia municipal trabaja para lanzar velos de tinieblas y sospecha, acerca de la información pública propiedad de la sociedad.
El contador Rebollo, cree que la cuenta pública sólo se trata de "cuadrar" los números, como si el Ayuntamiento fuese empresa privada; sin embargo, los ciudadanos tienen todo el derecho de pedir que se revise a fondo el ejercicio rendonista, pero además, que de inmediato la parentela Rebollo Mendoza, renuncien a la proveeduría municipal.
De lo contrario, que el pueblo se los demande.
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