Horizonte ciudadano
Rosa Esther Beltrán
Abril 11 de 2019
Recientemente, Milan Kundera, escritor nacido en Checoslovaquia y nacionalizado francés cumplió 90 años; su nacionalización francesa no fue una elección voluntaria, ocurrió cuando en 1978 las autoridades de su patria le retiraron su ciudadanía convirtiéndolo en exiliado.
Al dejar su país dijo: “Me llevé a mi Praga conmigo: el olor, el sabor, el idioma, el paisaje, la cultura”. Durante casi 2 décadas los libros de Kundera no llegaban a los checos, hasta 1990 volvieron a ser editados en su idioma natal.
Su trayecto de escritor nació con el socialismo, y se adscribió al Partido Comunista en 1948, aunque lo expulsaron 2 años después por su pensamiento hostil e individualista por lo que se vio obligado a interrumpir sus estudios y trabajar como jornalero, la represión hacia la población fue implacable. En 1953 publicó su primer libro, “El hombre, amplio jardín”;
Cuando su país fue invadido por la Unión Soviética (1967), con la violenta represión de la “Primavera de Praga” en 1968, Milan se convirtió en persona “non grata”, pero a pesar de la represión y la censura defendió el comunismo reformista, pero su situación se hizo insostenible lo que lo hizo emigrar a Francia 8 años después, país que le ofreció refugio y ahí publicó su pasado comunista en sus libros: “La vida está en otra parte” (1973) y “La despedida” (1976).
El primer libro que yo leí de Kundera fue, “La broma”, que es un relato nítido de las condiciones de vida en las que vivían en la Checoslovaquia ocupada por las tropas del ejército comunista de Stalin; en La broma, Milan ensaya un modo de abordar la novela que será una característica muy personal en sus libros posteriores.
La broma es una novela-ensayo, género que no sólo narra las historias vividas por unos personajes, sino que busca ahondar en la psique de éstos. Ese libro me dejó pasmada porque ahí se exponen las pasiones del autor, sus inquietudes, sus miedos, sus inclinaciones. Tanto desde la descripción de sus rasgos, sino desde la divagación.
La broma es una novela, en la que hay mucho de visión personal, subjetiva, de “vivencia” del autor, quien también padeció, como tantos personajes de sus ficciones, la persecución ideológica en su tierra natal. La censura, la negación de sus derechos fundamentales, de sus libertades. Y todo por no mantener la afinidad al comunismo.
Esa novela refleja un tiempo y lugares imprescindibles para comprender, para asimilar, las circunstancias que supusieron en la Europa del Este un nuevo modo de concebir el mundo, en su historia, en la propia memoria de Kundera. Una burla fútil y mal comprendida que ha roto la vida del protagonista aterrado, al advertir que su tragedia personal quedará para siempre adherida al ridículo de un chiste.
Después leí, “La insoportable levedad del ser”, donde el autor sostiene que, “una vida que desaparece de una vez para siempre, que no retorna, es como una sombra y si ha sido horrorosa, bella, elevada, esa elevación o esa belleza nada significan”. Los años sangrientos se convierten en meras palabras, en teorías, en discusiones, se vuelven más ligeros que una pluma, no dan miedo es un mundo basado esencialmente en la inexistencia del retorno, porque en ese mundo todo está perdonado de antemano.
Hay muchos escritores brillantes que no han recibido el Nobel de literatura, mas yo espero que Kundera sea reconocido como lo que es, un escritor excepcional y le sea otorgado ese galardón, aunque de no ser así sus obras literarias no dejarán de ser reconocidas por sus lectores, cada una como esplendidas.
“El verdadero examen moral de la humanidad, su examen fundamental (que yace enterrado profundamente lejos de la vista) consiste en su actitud ante esos que están a su merced: los animales. Y en este sentido la humanidad ha sufrido una derrota. Una derrota tan fundamental que todas las demás provienen de ahí.” (La insoportable levedad del ser).
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