Martes, 3 de diciembre de 2013
Durante la mayor parte de su vida Bea Kozera, quien falleció el
pasado mes de agosto a los 92 años de edad, no supo que aparecía en una de las
obras clave de la literatura estadounidense del siglo XX.
En otoño de 1947, Kozera -quien en aquella época llevaba el apellido Franco y
provenía de una familia de origen mexicano emigrada a Estados Unidos- tuvo un
breve romance con el escritor Jack Kerouac, quien acabaría inmortalizando su
historia en su famosa novela "En el camino" (1957).Durante décadas, muchos intentaron dar con Kozera, quien además de ocupar un capítulo de "En el camino", aparece nombrada en más de una veintena de biografías de Kerouac.
La única prueba material de su existencia eran las cartas que la mujer le envió al autor -quien falleció en 1969 a los 47 años de edad- en los meses posteriores a su romance.
Finalmente fue el escritor Tim Z. Hernández quien en 2010, después de varios años de investigación, localizó a la mujer en la ciudad californiana de Fresno y le hizo saber que aparecía retratada en la que muchos consideran la obra definitiva de la Generación Beat.
De ese encuentro surgió la novela "Mañana means heaven" (Mañana significa cielo) en la que Hernández -quien como Kozera proviene de una familia de inmigrantes del Valle de San Joaquín- reconstruye la vida de Kozera en base a las entrevistas que mantuvo con ella.
La búsqueda
"El autor de una de las biografías de Kerouac me contó que en la Biblioteca Pública de Nueva York conservaban algunas cartas que la mujer le había enviado a Kerouac. Fui allí a investigar y cuando tenía las cartas en la mano me di cuenta de que se trataba de una persona real. Fue entonces cuando decidí que tenía que encontrar a sus familiares y hablar con ellos", relata el escritor.
"Cuando leí el capítulo de 'En el camino' sobre la chica mexicana, me pregunté qué habría sido de ella. Pensé que sería una buena idea escribir un libro de ficción con su historia. Mi idea inicial nunca fue encontrarla"
Tim Z. Hernández, escritor
Fue un investigador privado quien le sugirió que Franco podría seguir con vida, algo que a Hernández "no se le había pasado por la cabeza".
Ante la falta de resultados, en 2010 Hernández decidió que iba a empezar a escribir su novela con la información que había recopilado.
"Entonces le conté la historia a mi madre, quien vive en el Valle de San Joaquín. Le expliqué que iba a dejar de buscar a la mujer y ella, que ahora está jubilada, me dijo que le pasara los documentos con la información que había recabado para ver si podía encontrar a Franco por su cuenta mientras yo escribía el libro".
Dicho y hecho. Apenas 24 horas después, su madre le llamó para decirle que tenía dos direcciones. Finalmente resultó que Bea Franco estaba viviendo a poco más de dos kilómetros de la casa en la que Hernández había crecido.
"Fui hasta la casa y les conté la historia a los hijos de Franco. No habían oído hablar de Kerouac. Antes de que me dejaran ver a su madre tuve que entrevistarme dos veces con ellos, ya que querían comprobar que tenía buenas intenciones. No fue hasta que les enseñé las copias de las cartas que su madre le había enviado a Kerouac que me dejaron hablar con ella", relata el escritor.
"No soy mexicana"
"Luego le pregunté que qué le parecía que el escritor se refiriera a ella como 'la chica mexicana' y ella me dijo: 'Bueno, no soy mexicana. Nací en Los Ángeles".
A partir de ese momento Hernández decidió que su libro tenía que ser una biografía de Franco, para lo que pasó horas entrevistándola.
Cuando Bea Franco conoció en 1947 a Jack Kerouak en la estación de Bakersfield, se dirigía en autobús a casa de su hermana en Los Ángeles, huyendo de su marido y padre de sus dos hijos, quien era alcohólico y la maltrataba.
Su encuentro ocupa una veintena de páginas de "En el camino". Cuando el escritor la describe por primera vez, habla de ella "como la chica mexicana más bonita" con "un cabello largo de un negro lustroso" y unos "grandes ojos azules" (que en realidad eran verdes).
Estuvieron juntos apenas dos semanas, aunque en los meses posteriores siguieron comunicándose por carta, con la idea de poder encontrarse de nuevo en Nueva York, algo que no llegó a suceder.
Años después Franco conoció a LeRoy Kozera, "un buen hombre" que "la trataba con respeto" y se hizo cargo de ella y de sus hijos. Estuvieron casados hasta que Kozera falleció en 2004.
"Un regalo"
El 1 de agosto pasado Hernández le envió a Kozera una copia de "Mañana means heaven", que acababa de salir de la imprenta y debía llegar a las librerías en pocas semanas. Unos días más tarde la mujer murió a los 92 años.
"Cuando falleció sus hijos me dijeron que con su muerte su madre me estaba haciendo un regalo. Era una manera de hacer que el libro pudiera volar libremente", explica Hernández.
"Ha sido un privilegio. Nunca soñé con encontrarla. Tan sólo estaba siguiendo mi curiosidad y acabé conversando con ella durante horas y horas".
"Con 'Mañana means heaven' he querido contar la historia de Bea y la de los inmigrantes que desde hace generaciones trabajan en los campos de California", señala el escritor.
"Es un ejemplo más de cómo los latinos y latinas han contribuido a este país".
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